En el sur de la Patagonia, la costa retrocedió hasta 10 km en los últimos 7.500 años.

Y refleja además una “difícil” convivencia con el crecimiento hacia la costa que ha sufrido un proceso erosivo considerable. Según el IPCC (Panel Intergubernamental Sobre Cambio Climático) la previsión del aumento del nivel del mar alcanzaría los tres milímetros anuales, lo que equivaldría en un siglo a 40 centímetros.

Expertos reconocen que para la costa con acantilados como los existentes entre Chubut y Santa Cruz esto no implicaría un riesgo aunque sí podría derivar en la inundación de campos en cercanías de las costas “bajas” bonaerenses.

La altura media de la ola podría llegar a 4 centímetros por década que podría implicar eventuales cambios en el largo plazo. “En tres o cuatro décadas habría que multiplicarlo por 4 lo que ya sería un cambio mucho más significativo”, resumió Walter Dragani del Servicio de Hidrografía Naval ratificando que el crecimiento del nivel medio del mar genera en consecuencia, un inevitable proceso de erosión.

“No hay mediciones históricas respecto a las olas, se infiere de información satelital o de registros cortos disponibles, en base a moderaciones numéricas. Si se combinan las probabilidades de todos los fenómenos posibles: la marea máxima del mes, una sudestada o un evento de oleaje intenso sería más erosivo. Es menos probable, pero no imposible”

También destacó la influencia del viento en cuanto a afectación del mar. “Los meteorólogos notaron el corrimiento del anticiclón semipermanente del Atlántico Sur. Notamos que el viento es mas frecuente e intenso del este. Y como el oleaje depende del viento, tiene un impacto en el mar”.

Médanos son cemento

El doctor Walter Dragani, investigador independiente del Conicet y del Ministerio de Defensa en el Servicio de Hidrografía Naval plantea una serie de medidas a considerar particularmente en zonas costeras.

“Los balnearios debe estar montados sobre pilotes de madera, no utilizar concreto en las playas, respetar la línea de dunas costeras, haciendo una diagramación urbana con calles que no terminen en la playa porque cuando llueve terminan funcionando como acueductos que erosiona la playa y se llevan el sedimento hacia afuera”. También solicitó que se respete el relieve de las localidades costeras sin asfaltar en función de preservar el ambiente.

“Para acceder a una playa, en vez de “cortar” el médano, se recomienda hacer pasarelas sobre pilotes elevados para que la arena tenga circulación ya que hay un equilibrio con el viento, la arena y el océano que hace que en tormentas erosione el médano y durante el largo período de buen tiempo, la arena lo reconstituya. Si en un afán de preservar demasiado el médano se lo foresta, éste pierde capacidad de devolver arena al mar. E indirectamente le estamos haciendo un daño al sistema”, explicó Dragani en diálogo con el programa “La Revista” (FM Plus).

También se hizo referencia al desmoronamiento de un importante tramo de la antigua traza de la Ruta 3, camino a Caleta Olivia debido al avance costero con el agravante de la extracción de canto rodado en el lugar.

“El acantilado continúa retrocediendo quizás en éste caso no por un factor humano sino que se trata de un efecto más natural. Siempre está propenso a ser erosionado o a desmoronarse. Lo que hay que tener es un poco de previsión, los trazados de las rutas no hacerlos tan cerca del acantilado y cuidar el tema de los rellenos, no utilizando materiales contaminantes que puedan afectar napas de agua. La base de la urbanización es necesario pero también se puede hacer un buen uso o manejo costero, haciendo menos perjudicial estas consecuencias”.

Walter Dragani admite que no existe una “obligación” de parte de las empresas constructoras que llevan adelante éste tipo de obras. “Tendría que ser en el marco de una legislación que por ahora no existe. Por el momento queda en manos de las constructoras o los estudios de impacto ambiental que se pueden hacer en el ámbito privado o recurriendo a una institución pública”.

FUENTE | www.diariojornada.com.ar