Ambientalistas, Ecologistas e indígenas presentan una demanda contra la Administración Obama por aprobar las prospecciones petrolíferas de Shell en el Ártico.
La lucha por preservar el frágil ecosistema del Ártico contra la búsqueda de nuevas reservas de petróleo sin explotar para tratar de saciar la sed insaciable de combustible de Estados Unidos.
En Point Hope, una localidad esquimal de 750 habitantes situada en la punta más occidental al noroeste de Alaska, están marcando en el calendario los días que quedan para que comience el verano de 2012.
No esperan la llegada del buen tiempo, sino que se preparan para un acontecimiento que, según los ecologistas, puede revolucionar la vida de los habitantes de esta recóndita localidad esquimal situada a 322 kilómetros al norte del Círculo Ártico y a 7.015 kilómetros de Washington: el próximo verano está previsto que Shell empiece a realizar perforaciones de pozos petrolíferos en el océano Glacial Ártico.
Es la lucha de una pequeña comunidad esquimal de Alaska y de un nutrido grupo de ecologistas contra el tándem formado por la petrolera Shell y la Administración Obama. La lucha por preservar el frágil ecosistema del Ártico contra la búsqueda de nuevas reservas de petróleo sin explotar para tratar de saciar la sed insaciable de combustible de Estados Unidos.
Los ecologistas y los nativos consideran, en cambio, que el plan de Shell hace aguas por todas partes. Sostienen que, en caso de que se produzca un vertido de petróleo en el Ártico, será imposible para Shell limpiar la marea negra debido a las condiciones extremas y el aislamiento de esta región.
“Los mismos factores que han limitado el desarrollo en la región, como el frío extremo, el abundante hielo, las tormentas intensas y la infraestructura industrial limitada, hacen que la perforación y extracción de hidrocarburos sea más peligrosa que en otras áreas a cierta distancia de la costa de Estados Unidos”, advierte un informe publicado en septiembre del Grupo Medioambiental Pew.
Los ecologistas y los nativos de Alaska también temen que los témpanos de hielo queden contaminados por la marea negra y que sea imposible deshacerse del crudo.
Recuerdan que esos témpanos de hielo son el hogar de morsas, focas y osos polares, ya amenazados por el deshielo. Muchos ecologistas consideran el Ártico la zona cero del cambio climático.
FUENTE | www.publico.es
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