La misma sustituye al amianto, material cuyo uso ha sido prohibido en varios países por ser cancerígeno.

Una tecnología desarrollada por investigadores brasileños aumenta la resistencia del cemento utilizado en la producción de placas mediante su mezcla con pulpa de bambú, que es abundante en Brasil.

El método fue desarrollado por Viviane da Costa Correa y Holmer Savastano Júnior, investigadores de la Universidad de Sao Paulo (USP).

Los investigadores utilizan la pulpa del bambú como una fibra vegetal para mezclar al cemento y materia prima para desarrollar el llamado “fibrocemento”.

El producto resultante tiene una resistencia y una capacidad de absorción de agua superiores a las del cemento convencional.

Igualmente es más flexible, por lo que constituye una alternativa viable para sustituir las tejas y tanques de agua que antes eran producidos con amianto, material cuyo uso ha sido prohibido en varios países por ser cancerígeno.

La tecnología desarrollada por los investigadores de la USP permite obtener la pulpa del bambú mediante el uso de reactores orgánicos que separan la lignina, uno de los componentes del árbol y que aumenta la resistencia de los materiales.

Una de las ventajas de la tecnología es que permite recuperar los solventes tras su uso, lo que aumenta la viabilidad económica del proyecto y evita la generación de residuos contaminantes.

El método es una alternativa a la obtención de la pulpa mediante el proceso denominado “kraft”, que es utilizado a escala industrial para la fabricación de papel a partir de madera y que usa diferentes sustancias químicas para separar componentes como la lignina y la celulosa.

El proceso innovador, por el contrario, utiliza solventes orgánicos como el etanal y el agua, que son menos contaminantes que los usados por el kraft.

Los investigadores de la USP vienen probando diferentes fibras vegetales, como bagazo de la caña de azúcar, bambú y sisal, como materia prima para la producción de tejas y tanques de “fibrocemento”.

La fibra vegetal le otorga más resistencia a las placas de fibrocemento, evita la aparición de fisuras y garantiza una mayor absorción de los impactos en comparación con el cemento al que no se le agregan fibras.

“La ventaja del bambú es que tiene un crecimiento más rápido que la madera y sus fibras son muy resistentes”, explicó Costa Correa.

“Las pruebas realizadas muestran que la adición del 8 por ciento de pulpa de bambú al cemento ofrece los mejores resultados”, agregó la investigadora.

Los investigadores de la USP ya habían desarrollado un “fibrocemento” con sisal (Agave sisalana), una fibra vegetal de gran resistencia también conocido como henequén y originaria de México.

Según los investigadores, el fibrocemento puede ser utilizado en la producción de tejas, divisorias, soportes de aparatos de aire acondicionado, tanques de agua y otros materiales que actualmente utilizan fibras.

FUENTE | www.innovaciontecnologica.com