En México el maíz representa la mitad del volumen total de alimentos que se consumen cada año, y proporciona cerca del 50% de las calorías requeridas por su población.

Es el quinto país productor mundial, sin embargo es uno de los principales importadores; su mercado interno requiere 35 millones de toneladas y solamente produce de 22 a 24 millones de maíz blanco, cuyo principal uso es el de consumo interno, importando cerca del 9,9% del volumen mundial, con un importante porcentaje de genéticamente modificado (GM).

Esta situación de déficit, a pesar de que se siembran 8 millones de hectáreas, se da principalmente por los bajos rendimientos logrados por la mayoría de los productores.

Vale apuntar que México es centro de origen y de biodiversidad, donde el maíz es parte de la actual cultura. Antiguamente se lo consideraba un cultivo sagrado, un regalo de los dioses, y desde entonces se lo asocia a la fertilidad, la abundancia, la riqueza; su cultivo y su cultura continúan transmitiéndose de generación en generación, de ahí la fuerte identidad que establece con la vida social y económica de su gente.

Caracterizado por una gran variedad de tipos, su producción depende de los distintos factores ambientales, socioeconómicos y de manejo, coexistiendo sistemas de alta tecnología para fines industriales con los de tecnología tradicional, de escasos recursos para el autoconsumo.

La biotecnología

El marco regulatorio mexicano en materia de OGM, fue construido a lo largo de diez años de discusión y aportes de los distintos actores involucrados, que dieron forma a las más estrictas normas de bioseguridad y procesos que conforman la ley de bioseguridad de los organismos genéticamente modificados (Lbogm).

Es entonces cuando recién a partir de 2009 se ha autorizado y desarrollado maíz genéticamente modificado en siembras experimentales en ciertos estados. Este año se han autorizado siembras piloto, sin embargo la superficie es considerada insuficiente para una correcta evaluación, pues las autorizaciones son para liberar en menos de una hectárea.

Desde la década del 80, la investigación pública mexicana se ha destacado en el campo de la biotecnología, como es el caso del Dr. Luis Rafael Herrera Estrella, cuyos descubrimientos condujeron al desarrollo de la tecnología para producción de plantas modificadas genéticamente ( Agrobacterium tumefaciens ).

Recientemente científicos del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional de México (Cinvestav) desarrollaron la primera planta de maíz resistente a la sequía. Esta variedad resistente a la sequía inicialmente desarrollada en invernadero será evaluada en siembra experimental.

En México también se encuentra el Cimmyt, Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo, que custodia el banco con las colecciones más importantes de germoplasma de maíz a nivel mundial.

El Convenio de Diversidad Biológica, tratado internacional sobre la conservación y uso sustentable de la biodiversidad, firmado por más de 190 países, entre ellos México, da el marco para el reconocimiento del valor estratégico del cultivo.

Como el país necesita de una plataforma para mejorar su competitividad en los mercados agroalimentarios, el gobierno mexicano ha mostrado su voluntad de avanzar y responder a las demandas de siembras de maíz genéticamente modificado, dadas las necesidades del consumo de su población, así como los alcances de la biotecnología en el ámbito mundial y regional.

FUENTE | www.lanacion.com