Agricultores buscan garantizar soberanía alimentaria en Honduras

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En muchas comunidades de Honduras, hombres y mujeres se levantan de madrugada para salir a cultivar la tierra para dar de comer a sus familias. En laderas y valles, huele a café recién hecho y a tierra mojada, hasta es parte de la identidad nacional.

Santa Bárbara, ubicado en la región noroccidental, es uno de los departamentos más productivos de Honduras, sin embargo es también uno de los más empobrecidos de este país. El no gubernamental Foro Social para la Deuda Externa y Desarrollo de Honduras (FOSDEH) calcula que para el 2014 el 80% de su población vivirá en situación de pobreza.

La Asociación Regional de Comunidades Organizadas (ARCO) es un esfuerzo para derrotar esa política de hambre que ha abatido a las comunidades marginadas, especialmente a los pequeños productores y productoras. Nació para romper esos esquemas de desarrollo que les han vendido a los agricultores de la zona, donde ha crecido la caficultura como única producción. Actualmente trabaja con familias de cuatro municipios de Santa Barbara: Arada, Atima, San Nicolás y Santa Bárbara; 27 aldeas y alrededor de 100 familias son parte de este proyecto que arrancó en el 2002 desde la pastoral social de la Iglesia Católica de San Nicolás en Santa Bárbara.

Producen café, hortalizas, hay una feria de agricultores y se incentiva a producir la semilla criolla. Parte de la cultura es guardar y producir la semilla criolla para no sembrar los transgénicos, contó Martínez.

Alimentos sanos

El fomento de la agroecología para garantizar la soberanía alimentaria va contra las leyes del mercado y por tanto se muestra como un camino cuesta arriba para quienes sueñan con una producción de alimentos libre de transgénicos y desde la cultura indígena propia.

La ingeniera Jacqueline Chenier, especialista y consultora en el tema de fincas agroecológicas, asegura a Noticias Aliadas que Honduras ha tenido una historia triste para los productores nacionales, desde el proceso de reforma agraria hasta la actual crisis económica que azota el país.

“Nos gustaría que la FAO [la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura] con el gobierno no nos hagan contrapeso en lo que a recuperar la semilla criolla se refiere, porque ellos realizan campañas supuestamente para garantizar seguridad alimentaria pero lo que hacen es promover los transgénicos y eso es lo que queremos erradicar”, asegura Jerson Medina, un pequeño caficultor perteneciente a ARCO.

Sin embargo Medina y muchos productores de Honduras están acostumbrados a ver a la Secretaría de Agricultura y Ganadería (SAG)  junto a la FAO como un dúo destructivo para quienes quieren un tipo de producción más sostenible y amigable con el medio ambiente.

Chenier asegura que a pesar de que la FAO tiene el Programa Especial para la Seguridad Alimentaria (PESA) —que  promueve la mejora de los sistemas de producción sostenibles de las familias, a fin de garantizar la seguridad alimentaria de la población—, que si bien en otros países ha funcionado, en Honduras, por la falta de voluntad política de las instancias encargadas del Estado, esto se ha vuelto en contra de la búsqueda de la soberanía alimentaria.

Tierra en pocas manos

Honduras ha tenido una larga historia de tenencia de la tierra en pocas manos, algo que se ha agudizado con el incentivo del monocultivo especialmente en los valles

Honduras ha tenido una larga historia de tenencia de la tierra en pocas manos, algo que se ha agudizado con el incentivo del monocultivo especialmente en los valles

Además, Honduras ha tenido una larga historia de tenencia de la tierra en pocas manos, algo que se ha agudizado con el incentivo del monocultivo especialmente en los valles, ahora extendido hasta las laderas como Santa Bárbara con el café, o hasta el cultivo de palma africana.

Los agricultores aseguran que las tierras les fueron asignadas en 1980 mediante una reforma agraria. Sin embargo, una ley de 1992 permitió la venta de las parcelas, en forma de cooperativas, que habrían sido adquiridas de manera fraudulenta por los terratenientes a precios muy bajos. Además, el monocultivo de caña y palma ha generado desplazamientos masivos de la gente del campo a la ciudad causando mayor crecimiento de la pobreza.

ARCO es una de las tantas iniciativas que busca erradicar el sistema de hambre y pobreza que condena a la población hondureña. Comenzaron desde lo pequeño, a trabajar un proyecto de agricultura de familias integradas y ahora los proyectos que han avanzado son las escuelas de campo, las cajas rurales, y las tiendas comunitarias.

Como organización tienen muchos sueños, por ejemplo, un centro de capacitación para que funcione una escuela de educación popular que permita expandir la agroecología y los conocimientos tradicionales que se van perdiendo en las nuevas generaciones. Otro sueño es tener un medio de comercialización de sus productos, un medio justo. Sueñan además que exista algún día una política pública que vele por el bienestar y la salud de los hondureños y hondureñas.

Vía | lapress.org

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