Mientras políticos en todo el mundo se preguntan cómo reducir las futuras emisiones contaminantes, algunos científicos y ambientalistas se centran en definir maneras seguras y eficientes de disminuir el dióxido de carbono que ya está en la atmósfera. El biocarbón o “biochar” es una de ellas.
Se trata de una antigua práctica de fertilización que implica fabricar carbón a partir de los cultivos del año anterior, y mezclarlo en el suelo con el fin de nutrir la tierra para el año siguiente. El biochar impide que llegue a la atmósfera el dióxido de carbono que emiten las plantas cuando mueren y se descomponen naturalmente.
Una estación científica de Estados Unidos anunció que las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono habían sobrepasado las 400 partes por millón (ppm). Los científicos climáticos advierten desde hace años que niveles superiores a 350 ppm pueden generar un “punto de inflexión” que acelere el derretimiento de los hielos polares, elevando las temperaturas mundiales y los eventos meteorológicos extremos.
Un informe de la Organización de las Naciones Unidas que concluyó que en la década previa a 2010 se produjo una cantidad sin precedentes de “eventos meteorológicos extremos”. Aunque repentinamente se frenaran todas las nuevas emisiones, dijo, los científicos sugieren que las temperaturas mundiales continuarán en aumento durante por lo menos otras tres décadas.
Sin embargo, según una cantidad cada vez mayor de investigadores del suelo, científicos climáticos y otros, el biocarbón puede ofrecer una oportunidad de reducir esos niveles mundiales preexistentes de dióxido de carbono.
A través de la fotosíntesis, todas las plantas absorben naturalmente el dióxido de carbono del aire como parte integral de su propio ciclo vital. En circunstancias normales, ese carbono se vuelve a liberar en la atmósfera cuando la planta muere y se descompone, pero la idea que hay detrás del biocarbón es consolidar ese carbono de una forma sólida que pueda colocarse bajo la tierra y, así, fuera de la atmósfera, por lo menos por cierto tiempo.
La parte central del proceso implica quemar la planta –tal vez cultivos que han muerto, tal vez árboles que hicieron lo propio por culpa de una infestación, o tal vez algo plantado específicamente con este fin- en un fuego bajo en oxígeno, y convertirla en carbón. El biocarbón resultante puede usarse luego como un fertilizante de alta potencia, ofreciendo beneficios tanto para los agricultores como para la lucha contra el cambio climático.
Según estimaciones realizadas por Johannes Lehmann, un investigador en ciencias agrícolas de la Universidad de Cornell, el mundo podrá compensar plenamente sus emisiones anuales de gases de efecto invernadero si el biochar se agrega a alrededor de 10 por ciento de los predios agrícolas existentes.
En cualquier caso, esa es la idea. Por ahora, incluso para quienes consideran este método relativamente sólido, el potencial de aumentar a una escala significativa el uso de biocarbón en el mundo todavía está lejos de cumplirse.
Vía: Carey L. Biron | IPS Noticias
Alrededor del 94% de los ríos de Uruguay sufre contaminación, de acuerdo con un informe realizado por la ONG local Vida Silvestre. El mismo analizó y recopiló los resultados de estudios e informes de monitoreo de 49 ríos ejecutados por organizaciones gubernamentales entre el 2009 y el 2011. Leer Más
El Servicio Meteorológico Nacional de Argentina dio un informe que dio cuenta del “aumento de la temperatura media del país, pero en la zona cordillerana de la Patagonia, Cuyo y el noroeste es donde observa los mayores incrementos. Leer Más
Estudio realizado por el Instituto de Investigación Agropecuaria a lo largo de cuatro años entrega lineamientos para el manejo adecuado de plaguicidas y así mejorar la situación de inocuidad de los alimentos que se producen en Chile Leer Más