La Gran Caracas, una urbe de arquitectura moderna con extraordinarias edificaciones y urbanizaciones, tiene en contraste un alto porcentaje de su población, que diversos observadores establecen entre 45 y 65%, habitando en barriadas sobrepobladas, caracterizadas por autoconstrucciones improvisadas que en los últimos 60 años han ido ocupando las laderas de los cerros, a los lados de los cauces de quebradas o en sitios de baja calidad ambiental y hábitat.
En los espacios ocupados espontáneamente se han agudizado las zonas de riesgo por la acción antrópica, la inestabilidad geológica de las rocas y suelos y la vulnerabilidad de las viviendas autoconstruidas sin control ni permisología.
La clasificación técnica de riesgo en estas zonas sobrepobladas ha pasado de medio a alto, en cada evento recurrente de lluvias, ameritando acciones de evacuación preventiva o inmediata por parte de las autoridades en el momento crítico. No obstante, otros sectores de mejores niveles de calidad y hábitat, también presentan situaciones de riesgo, pero en menor proporción por el reforzamiento con obras civiles, existiendo registros e inventarios oficiales para estas eventualidades, entre estos están: el Inventario Nacional de Riesgos Geológicos años 1498 al 2004 de FUNVISIS, ENAMB, Instituto de Urbanismo UCV, Mapa de Riesgo MPPA(MARN).
La atención de los ciudadanos en situación de riesgos quedó establecida como un deber del Estado y derecho del ciudadano en la Constitución de la RBV de 1999, en su Artículo 332, y con el soporte de la Organización de Protección Civil y Administración de Desastres como el órgano de seguridad ciudadana. En el año 2001 se promulgó la Ley de Organización Nacional de Protección Civil y Administración de Desastres.
Al noreste de Caracas, en el trayecto de la antigua “Carretera Vieja de Caracas- La Guaira”, se ubican ejemplos de estas zonas de riesgo, tales como son los barrios Blandin, Tacagua, Federico Quiroz y otros tantos, cuyas vulnerabilidades constituyen además referencia histórica, y a través de los años han acumulado innumerables desastres fatales sin hacerse todavía efectiva la desocupación de esas zonas alta peligrosidad.
Recientemente, a raíz de la declaratoria de emergencia por las lluvias de diciembre de 2010, el Barrio Federico Quiroz, fue declarado como Zona de Peligro Inminente (Zopi), a los fines de salvaguardar la integridad de sus habitantes, mediante el término indicado anteriormente contemplado en Ley Orgánica de Emergencia para Terrenos y Vivienda, dictada el 29 de enero de 2011, por el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, según la fuente de de la Agencia Venezolana de Noticias AVN. Esta nueva ley, define otros términos como “Zona Inhabitable un Areha”, siendo aquella zona declarada como “Zona de Peligro Inminente Zopi”, y en la cual se determine la imposibilidad de su recuperación para ser habitada con seguridad. Dichas zonas deberán ser resguardadas mediante un régimen de seguridad especial.
En donde “un Areha abarca zonas declaradas de riesgo, de peligro potencial o de peligro inminente para la vida y permanencia segura de las familias ubicadas en estos espacios”. La definición de las Zonas de Riesgo (Zori), Zonas de Peligro Potencial (Zopo) o las Zopi dependerá de los estudios, mediciones y evaluaciones técnicas.
Se ha establecido, una Comisión Especial encargada del Registro Nacional de las Familias Afectadas y Susceptibles de ser Beneficiadas con Adjudicaciones de Viviendas que identificará a los habitantes y casas ubicadas dentro del Areha Barrio Federico Quiroz, por lo cual se hace una acción positiva al respecto.
Sin embargo, la historia de ocupaciones informales data desde el año 1950 aproximadamente, situación que se incrementó en las décadas siguientes por los desajustes migratorios internos de las zonas rurales hacia la ciudad, inmigraciones de población desplazada de otros países, búsqueda de ofertas de trabajo en la ciudad, sin dárseles una respuesta efectiva e integral en la medida que se agravaba la situación por el incremento demográfico y diversas causas, a través de los años persistiendo la amenaza contra los pobladores y sus viviendas.
En condiciones similares a los barrios descritos como el Federico Quiroz, se han observado por décadas otras zonas de riesgo en barrios como La Dolorita y José Felix Rivas al Este de Caracas, y en aquellos como de Agua de Maiz, Tócome, Parate Bueno, Catuche y cientos más de ellos, ubicados a los lados de los cauces de quebradas que desembocan al rio receptor, El Guaire, conexas a urbanizaciones formales. Todo ello, con las implicaciones del colapso de los drenajes, hechos que se suceden hasta en los eventos climatológicos normales o por el taponamiento de los lechos de las quebradas, producto de la acumulación de basura arrojada de los propios afectados.
La inestabilidad geológica, los riesgos de desplazamientos, derrumbes e inundaciones en los barrios han sido evaluadas por los organismos oficiales en materia de protección civil y administración de desastres, de ambiente y hábitat, por los sectores académicos, científicos de investigación nacional e internacional, profesionales privados, sociedades profesionales, etc., habiéndose acumulado extraordinario conocimiento con soporte científico, técnico y legal, expresados en estudios, informes y diversos proyectos con soluciones.
Es necesario, ante esa realidad, exigir los mayores esfuerzos de los sistemas de gestión de gobierno en todas sus instancias, como la de los propios gestores de las comunidades, y con los especialistas accionar planes integrales para la reducción de riesgos ambientales que se inicien y culminen con éxito, eliminando la improvisación, dando mayor coherencia al reordenamiento urbano y su hábitat, implementando sistemas de alerta temprana y reforzando efectivamente las edificaciones, etc.
La meta debe ser reducir de la manera más rápida posible la vulnerabilidad. Es importante estar siempre preparados con las mejores herramientas para actuar en los peores escenarios, ya que los barrios estarán allí por bastante tiempo, y las soluciones que los diferentes gobiernos han ofrecido por décadas no terminan de concretarse, se evitaría que esta situación se convierta en un tema recurrente y explosivo, como ha sido hasta ahora.
ING. GEÓLOGO OSCAR FANTI ARANGÚ
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