Argentina está dando pasos acelerados en la creación de áreas marinas protegidas. En los últimos 10 años, este tipo de preservación en aguas saladas se extendió y por primera vez se sumará a la red una zona en el océano Atlántico.
El Congreso Nacional legislativo aprobó a fines de 2012 la creación de dos parques costeros en aguas oceánicas en la austral provincia de Santa Cruz y dio media sanción al proyecto de crear un área protegida en torno a la meseta submarina identificada como Banco Burdwood.
Esta área, con una muy rica diversidad biológica y alta vulnerabilidad, está situada al sudoeste de las islas Malvinas, el archipiélago reclamado por Argentina a Gran Bretaña, y 150 kilómetros al este de la isla de los Estados, que pertenece a la austral provincia de Tierra del Fuego.
Será la primera área protegida oceánica dentro de la zona económica exclusiva de Argentina, pero fuera del área de influencia jurisdiccional de las provincias, lo cual quiere decir que, dada la estructura federal del país, quedará bajo administración del Estado nacional.
La iniciativa del Banco Burdwood convocó a múltiples actores políticos, científicos y ambientalistas, que respaldaron la idea. El proyecto fue aprobado casi por unanimidad en la Cámara de Diputados y avanza hacia su segura confirmación en el Senado.
Con estos pasos “nos acercamos mucho al compromiso de proteger 10 por ciento de los mares para 2020″, manifestó la coordinadora del Programa de Áreas Protegidas de la Fundación Vida Silvestre Argentina, Andrea Michelson.
La activista se refirió así a la meta 11 del Plan Estratégico para la Diversidad Biológica 2011-2020, suscrito por los países participantes en la X Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica (COP 10), que se realizó en 2010 en la noroccidental ciudad japonesa de Nagoya.
La meta es que para 2020, al menos 10 por ciento de las zonas marinas y costeras, “especialmente las que revisten particular importancia para la diversidad biológica y los servicios de los ecosistemas, se habrán conservado por medio de sistemas de áreas protegidas”.
La Administración de Parques Nacionales indica que en este país, que tenía protegido solo 0,5 por ciento de sus costas marinas en 2003, esa área creció en noviembre hasta 1,8 por ciento tras la creación de los dos parques de Santa Cruz y, con Banco Burdwood, se podrá llegar hasta cuatro por ciento.
Hasta ahora, las áreas protegidas existentes son costeras. Se trata de los parques Marino Costero Patagonia Austral, en la sureña provincia de Chubut, Monte León y los recién creados Isla Pingüino y Makenke, todos en Santa Cruz.
Pero con la creación del área oceánica, mucho más extensa, se avanza a paso ligero para alcanzar las llamadas Metas de Aichi sobre diversidad, por el nombre de la provincia japonesa en cuya capital se firmó el Protocolo de Nagoya.
“Es muy difícil llegar al 10 por ciento sugerido solo con áreas costeras, y no será tan rica y diversa la zona de protección si no incorporamos parte del océano”, explicó Michelson, quien tiene gran expectativa en la sanción del proyecto que protege el Banco Burdwood.
Para la Fundación Vida Silvestre y otras organizaciones ambientalistas, la creación de un área protegida puramente marina plantea un enorme desafío para su manejo, a cargo de varios organismos estatales y ministerios, ya que se trata de hacer un seguimiento remoto de un espacio en el que intervienen múltiples actores.
El proyecto propone dar a la nueva área de preservación el nombre de Namuncurá, por el indígena patagónico Ceferino, fallecido joven a comienzos del siglo XX y hoy en proceso de canonización. Pero mantendrá el nombre de Burdwood para el accidente geográfico, en cuyo entorno se prevé una zonificación clave de 34.000 kilómetros cuadrados.
El biólogo Santiago Krapovickas, coordinador del Foro para la Conservación del Mar Patagónico y Áreas de Influencia, dijo, refiriéndose a la creación del área oceánica, que “será la primera vez que se intenta algo así en Argentina”.
“Los que trabajamos en conservación estamos muy ilusionados con esta novedad, porque se trata de un sitio único en el mar Argentino, muy singular, poco explorado, delicado, con especies que ni siquiera aún han sido descritas”, anticipó.
A raíz de este proyecto, el Foro, que reúne a diversas organizaciones de Argentina, Chile, Uruguay y otras internacionales, está recopilando información científica sobre el área para divulgar la riqueza que guardan esos fondos marinos.
En el área en cuestión hay esponjas, crustáceos, tiburones, merluzas de cola, austral y negra, pingüinos de penacho amarillo y de frente dorada, variedades de albatros y petreles, delfines australes, elefantes y lobos marinos, entre otras especies. Krapovickas explicó que la meseta submarina es circunvalada por una corriente marina fría que viene de las islas Malvinas y, al encontrarse con ese escollo, remueve el fondo, que es muy rico en nutrientes, generando un área ideal para la reproducción.
También destacó que, al ser un fondo marino relativamente poco profundo sobre la meseta -entre 100 y 200 metros-, recibe luz solar, un fenómeno que permite el desarrollo del fitoplancton que está en la base de la cadena alimenticia.
El biólogo dijo que actualmente el banco no está amenazado. No es una zona tan apetecida como pesquería, porque hay otras de más fácil acceso y porque en este momento los precios internacionales no justificarían el esfuerzo de captura.
Añadió que tampoco se aprecia riesgo de exploración de hidrocarburos, al menos no por el momento, pese a estar cerca de las islas Malvinas, en disputa de soberanía con Gran Bretaña que las ocupa desde el siglo XIX y en torno de las cuales sí hay proyectos de prospección.
De todos modos, el coordinador del Foro cree que es “un buen momento” para delimitar allí un área de protección y de paz. “Es importante para la investigación científica, que es una actividad pacífica y para beneficio de la humanidad”, indicó.
Respecto del seguimiento, Krapovickas confió en que las nuevas tecnologías permitan un control y hasta un programa de investigación realizado a distancia. “No es necesario disponer todo el tiempo de barcos o helicópteros, pues tenemos satélites, incluso uno argentino, el SAC-D Aquarius, con sensores remotos diseñados especialmente para obtener datos marinos”, destacó.
Por eso, sostuvo, desde ahora hay que alentar a la comunidad científica a prepararse para bajar esta información y acceder a conocimientos que permitan la mejor preservación de este confín oceánico.
Por Marcela Valente | ipsnoticias.net
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ME PARECE EXCELENTE……!!!!! pero temo que como en otras àreas protegidas no se realicen los controles correspondientes…màxime si compete a la Naciòn …..cuyos autoridades de lo que sean estàn en Capital Federal..y no tienen idea -o se despreocupan del interior…Debiera descentralizarse y que varias ONGS colaboren-