En las costas del estado Vargas siguen dominando tramos que son utilizados para el bote de escombros, animales muertos, basura orgánica, cauchos, muebles y cualquier otro desecho existente.

El problema persiste en la extensión de costa ubicado desde Tanaguarena y hasta la parroquia Naiguatá, a pesar del cierre definitivo del botadero de desechos que funcionaba en el sector Paso de Caballos, desde el pasado 23 de agosto.

Pero el problema no es exclusivo de esa zona, también en La Guaira, Macuto, Mare Abajo, Las Salinas y Puerto Carayaca se mantienen botes clandestinos cuyo crecimiento no tiene control.

“La gobernación del estado Vargas cerró el vertedero de Paso de Caballos y pusieron unas cadenas para que los camiones no pasaran más. También hay avisos donde se prohíbe se dejen los desechos, pero el grave problema es que no hay vigilancia, por aquí pasan camiones con cualquier tipo de desperdicios y los dejan en los terrenos ganados al mar”, dice el pescador Fermín Salazar, vecino del barrio Jardín Botánico en Tanaguarena.

Para los consultados el problema está en la falta de vigilancia y en la ausencia de medidas punitivas ante estos actos de crimen ambiental, que son cometidos por individualidades, grupos privados y empresas contratadas por el Estado.

Los ambientalistas señalan el daño se hace a toda la costa y a los balnearios. “Las corrientes marinas en la zona van de este a oeste, propiciando la dispersión de los residuos, que caen al mar, hacia las principales playas del litoral, además de causar una grave afectación a la biodiversidad de la zona y poniendo en riesgo a los bañistas”, aseguró José Romero, oceanógrafo y activista ambiental.

Las autoridades aseguran que pondrán mano dura. “Actualmente el único solo existe un lugar autorizado para el bote de escombros y desechos.

Las autoridades regionales y locales buscamos otros espacios para la colocación de desechos no contaminantes, para lo cual se trabaja de la mano con la cartera del Ambiente”, explicó el alcalde Alexis Toledo.

Mientras tanto, solo hay que recorrer las playas para ver desde una cocina inservible, un viejo televisor, montones de cerámica, cauchos y ladrillos, techos de madera que una vez fueron el machihembrado del antiguo Meliá Caribe, botellas y latas.

FUENTE | El Universal