Astronautas desde el espacio, igual que pasajeros de vuelos a Roatán, Islas de la Bahía, se han maravillado con la belleza incomparable del Sistema “Arrecifal” Mesoamericano (SAM), un ecosistema donde coexisten diversas especies de flora y fauna marina, cuya conservación en la parte de Honduras es una experiencia de éxito amenazada por diversos elementos de impacto ambiental.
Ubicado entre la península de Yucatán (México), las costas de Belice, una parte de Guatemala y las hondureñas Islas de la Bahía e Islas del Cisne, el SAM tiene una extensión de 1,000 kilómetros y constituye la segunda barrera de arrecifes coralinos en interés mundial, solo después de la gran barrera de Australia (Oceanía).
El sistema reviste suma importancia para las actuales y futuras generaciones, ya que los expertos estiman que su importancia económica para las costas está valorada en nueve billones de dólares. Los especialistas determinan que los arrecifes de coral son hogar de una biodiversidad increíble, porque pese a cubrir solo el uno por ciento del piso oceánico del planeta, mantienen el 25 por ciento de toda la vida marina.
Grandes apasionados por la protección y conservación de este inigualable ambiente marino, la pareja formada por los ingenieros ambientales Ian Drysdale (gerente) y Jenny Myton, de la Iniciativa Arrecifes Saludables (HRI, por sus siglas en inglés), acaban de alertar sobre el tema, en Tegucigalpa, a periodistas de medios locales y corresponsales de prensa extranjera, durante un taller en coordinación con el Instituto de Conservación Forestal (ICF).
La ejecución de buenas prácticas ambientales ha llevado a un crecimiento de la cobertura de arrecifes de 22 al 24 por ciento en las zonas protegidas de Islas de la Bahía, donde las colonias de corales dan vida a una estructura incomparable de formas y colores que se ve expuesta a diferentes elementos de impacto.
“MUERTE POR MIL TAJADAS”
El conjunto de amenazas que enfrentan los arrecifes coralinos se denominan “la muerte por mil tajadas” debido a los diferentes impactos ambientales.
Para Islas de la Bahía, los principales son la sedimentación y las aguas negras, un mal ejemplo que cobra vida en el cayo Bonnaca, el poblado más grande de la isla de Guanaja, donde a causa de la falta de planificación no se posee una planta de tratamiento de aguas negras y las residuales desembocan en el Caribe.
Pero también existen los peligros del desarrollo de las costas, las prácticas de pesca destructiva, el turismo descuidado, la explotación en sí misma de los corales y más recientemente la invasión del pez león. A escala mundial, una amenaza es la excesiva producción de gases de efecto invernadero que acelera el calentamiento global que ocasiona la acidificación de las aguas marinas y el deshielo de los glaciares, además de que un riesgo lo representan las actividades petrolíferas.
Los conferencistas reseñaron sobre este último factor de riesgo que en Belice, mediante un referéndum, la población dijo no a la exploración y explotación de pozos de petróleo en el mar, por la importancia socioeconómica de los arrecifes de coral.
Todos los factores de peligro inciden en la sostenibilidad de los arrecifes coralinos y demás recursos marinos, cuyo valor en el área de Islas de la Bahía tiene un estimado de 3,000 millones de dólares, según advierten Drysdale y Myton, ya que si se altera, disminuye o extingue uno de los elementos, se rompe el equilibrio del ecosistema.
La necesidad de adoptar buenas prácticas se impone porque los arrecifes de coral necesitan aguas cálidas y cristalinas para reproducirse y subsistir en colonias.
Así, lo han hecho los expertos de la Iniciativa Arrecifes Saludables, con la promoción de buenas prácticas en las zonas de Sandy Bay y West End, en la isla de Roatán, asegurando el uso sostenible de los recursos, como los pescadores, con el apoyo de ICF que trabaja en el ordenamiento territorial de las cuencas de tierra firme, incluso el río Cangrejal, cuyas aguas desembocan en el Caribe.
INVASION DEL PEZ LEÓN
Pero en esta problemática, los especialistas están preocupados por la invasión del pez león, que es nativo del Indo Pacífico y se vio en el SAM por primera vez en 2008, como una grave amenaza por cuanto no enfrenta depredadores naturales por sus espinas venenosas y se alimenta de los juveniles de todas las especies.
Frente al extraordinario depredador, ya están registrando a los buzos y turistas para que cacen al pez león, además de que promueven torneos de cocina porque es un delicioso plato gourmet, al tiempo que entre los garífunas de Punta Gorda, Roatán, se impulsa la formación de una cooperativa de pesca para la comercialización de su carne.
Otro punto de alerta para las autoridades de la Dirección General de Pesca (Digepesca) de la Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente (Serna), es la necesidad de implantar vedas de forma oportuna para proteger los sitios de reproducción de algunas especies, como el mero y el pargo.
Un proyecto de suma importancia es el santuario de tiburones, con mayor presencia de las especies martillo y gris, que maneja el Centro Ecológico Marino, ya que están en la escala superior de la cadena alimenticia dentro del ecosistema y si sus poblaciones se ven alteradas lógicamente hay un desequilibrio ambiental que afecta los arrecifes coralinos, destacó la especialista Mayra Núñez.
Los esfuerzos de los expertos también han logrado asegurar la conservación de los corales “cuernos de venado”, en el maravilloso banco Cordelia, pero también están preocupados por la falta de peces debido a la sobreexplotación en el recién descubierto paraíso coralino que constituye el banco Capiro, frente a las costas de Tela, Atlántida, que posee una mayor densidad de 69 por ciento de coral vivo que las Islas de la Bahía.
Por todas estas razones, el ICF y la Iniciativa Arrecifes Saludables, con el apoyo de otras instituciones, trabajan en la elaboración y próxima ejecución de los planes de manejo del Parque Nacional de las Islas de la Bahía, con lo cual se garantizará que la riqueza de los arrecifes coralinos pueda ser usada de forma sostenible y admirada a perpetuidad, bien sea desde el espacio, un avión o una sumersión bajo las cristalinas aguas del Caribe hondureño.
FUENTE | www.latribuna.hn
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