La incapacidad de adaptarse al cambio climático desbaratará los objetivos de desarrollo de la Comunidad del Caribe (Caricom), pues restará para 2025 alrededor de cinco por ciento del producto interno bruto (PIB) regional de 2004.
Pero los costos previstos podrían llegar a representar 75 por ciento del PIB para 2100 para las naciones más pequeñas de la región, indicó el Centro sobre Cambio Climático de la Comunidad del Caribe (CCCCC), con sede en Belice.
Los líderes de la Caricom, de 15 miembros, reconocieron en Suriname la segunda semana de marzo la gravedad de la amenaza y adoptaron una estrategia común llamada “Plan de Implementación de un Marco Regional para Lograr un Desarrollo Resistente al Cambio Climático”.
Pero el problema ahora es cómo financiarlo.
El CCCCC, que redactó el Plan a pedido de la Caricom, señaló: “Estos asuntos requerirán acciones de adaptación y mitigación, que necesitarán una inversión significativa y sostenida de recursos” que lo países del Caribe no podrán reunir por su cuenta.
“Los desafíos climáticos aumentan porque los estados de la Caricom son relativamente pequeños, tienen una deuda excepcionalmente alta, en algunas ocasiones más de 100 por ciento del PIB, y dependen enormemente del combustible importado”, dijo a IPS el director ejecutivo del CCCCC, Kenrick Leslie.
El precio del combustible “alcanzó 147 dólares por barril (de 159 litros) en 2008, lo que hizo que en 2010 se destinara a ese fin 21 por ciento del PIB, o cuatro veces lo que se importa de alimentos (unos 4.000 millones de dólares)”, apuntó.
“Los países de la Caricom carecen de recursos necesarios para implementar programas de adaptación”, indicó. “Dada la dimensión de los costos, las economías de estos estados estarán en perpetua recesión”, añadió.
Leslie señaló que el desarrollo económico y las medidas de adaptación, como replantar manglares, mejorar la planificación del uso de la tierra y construir estructuras de defensa costeras para protegerse del aumento del nivel del mar, están estrechamente relacionados.
“La adaptación se considera cada vez más como un desarrollo resistente al clima o a un ambiente hostil. Es la capacidad de los estados de soportar las rarezas de la variabilidad climática o, aun si sufren el impacto negativo, la rapidez con la que pueden responder y recuperarse”, indicó.
“La rapidez con la que Granada pudo reconstruirse y recuperar cierta apariencia de normalidad tras los huracanes Iván (2004) y Emily (2011) fue un reflejo del desarrollo resistente”, añadió Leslie.
El Plan para Lograr un Desarrollo Resistente ofrece una hoja de ruta para tomar medidas contra el cambio climático en el Caribe en el periodo 2011-2021.
“Es un documento abierto y será sometido a una crítica y a una posible revisión dos veces al año para garantizar que siga siendo un reflejo de las prioridades de la región en lo que respecta a responder a la variabilidad y al cambio climático”, precisó Leslie.
Cuando adoptaron la Declaración de Liliendaal, en la cumbre de Guyana de 2009, los líderes regionales hicieron numerosas declaraciones sobre cambio climático y ambiente, que, según ellos, solo podrían cumplirse mediante transformaciones radicales.
Algunas de ellas fueron la estabilización a largo plazo de la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, para mantener el calentamiento en menos de 1,5 grados respecto de las cifras registradas en la era preindustrial.
También se mencionó la necesidad de ofrecer ayuda económica a los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo para mejorar su capacidad de respuesta a los desafíos que supone el cambio climático y el acceso a las tecnologías necesarias para llevar a cabo acciones de mitigación y de adaptación frente a los impactos negativos del fenómeno.
En la declaración, los líderes de la región “expresaron su grave preocupación” de que sus esfuerzos para promover un desarrollo sustentable, y cumplir con los ocho Objetivos de Desarrollo de las Naciones Unidas para el Milenio, quedaban supeditados a la seria amenaza de los efectos devastadores del cambio climático, los episodios meteorológios extremos y el aumento del nivel del mar.
“Las consecuencias peligrosas del cambio climático ya se ven en todos los pequeños países insulares, incluidos los del Caribe, lo que requiere una acción urgente, ambiciosa y decisiva de los estados de la Caricom y de la comunidad internacional”, señala el documento.
El Plan para Lograr un Desarrollo Resistente se basa sobre cinco elementos estratégicos y unos 20 objetivos pensados para aumentar de forma significativa la resiliencia del sistema social, económico y ambiental del Caribe.
El documento prevé incluir estrategias centrales de adaptación al cambio climático en la agenda de desarrollo de los estados de la Caricom, promover la implementación de medidas de adaptación específicas para atender las vulnerabilidades clave de la región, fomentar acciones para reducir las emisiones contaminantes mediante la conservación y la reducción del combustible fósil, y el cambio a fuentes de energía renovables y más limpias.
Las estrategias también apuntan a impulsar acciones para disminuir la vulnerabilidad del sistema natural y humano en los países de la Caricom frente a la variabilidad climática, así como a promover medidas para obtener beneficios sociales, económicos y ambientales mediante la gestión prudente de los bosques en pie.
El Plan reconoce que la construcción de una economía con poco dióxido de carbono (CO2) y resistente al cambio climático es un elemento integral de la agenda global de desarrollo sustentable. También asume que no habrá resiliencia si se atiende el fenómeno, pero no se presta atención a los desafíos subyacentes que afronta la región en materia de crecimiento y de desarrollo sustentable.
Por ahora se firmó un Memorando de Entendimiento y una Nota Conceptual Conjunta con Noruega, que destinará 250 millones de dólares hasta 2015 para comenzar a apoyar de forma parcial la implementación de la estrategia en cuestión.
Pero se necesitará mayor asistencia técnica y financiera.
“Los países de la Caricom ahora tienen la oportunidad de atraer recursos económicos, de apoyar sus iniciativas para crear economías resilientes y de lograr un desarrollo con bajas emisiones de CO2 mediante iniciativas como los fondos inmediatos, previstos en el Acuerdo de Copenhague”, señala el documento.
El acuerdo en cuestión se refiere al resultado de la Conferencia de la partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, celebrada en esa ciudad danesa en 2009.
En lo esencial, el Plan cuenta con apoyo económico a través de socios para el desarrollo, incluidos 11,4 millones de dólares aportados por el Banco de Desarrollo del Caribe, con sede en Barbados, la Alianza Mundial contra el Cambio Climático, el Décimo Fondo de Desarrollo Europeo y la Alianza Clima y Desarrollo (CDKN, por sus siglas en inglés).
Se consiguieron otros ocho millones de dólares durante el séptimo Foro Caribe/Gran Bretaña, realizado en enero en Granada, para la rápida implementación de medidas prioritarias identificadas en el Plan.
Leslie señaló que el Plan para un Desarrollo Resistente funcionará en el ámbito de los proyectos, los programas y los planes de cada país, “permitiendo mayores sinergias, sustentabilidad y apropiación por parte de los estados de la Caricom”.
“Trabajando con los gobiernos es que se garantiza que el cambio climático y la variabilidad se integren a los programas y los planes de desarrollo de cada país y al ciclo presupuestal nacional”, señaló. El enfoque “tres en uno” se utilizará al ejecutar el Plan, añadió.
El elemento esencial del enfoque “es que funciona con las organizaciones que ya están trabajando y utilizando los recursos existentes de forma más eficiente”, apuntó Leslie.
“El modelo fue adoptado por el exitoso resultado que dio a la Asociación Pancaribeña contra el VIH/Sida (Pancap) para lograr una transformación con recursos limitados”, explicó.
“En los 10 años de programa, el Pancap fue declarado por la Organización de las Naciones Unidas como ejemplo de la mejor práctica internacional”, añadió Leslie.
Por Peter Richards | www.ipsnoticias.net
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