11/01/2012 
Un ambiente catalogado como vital para la región andina son los páramos. Estos lugares contribuyen a la regulación del ciclo hidrológico, al almacenamiento de carbono atmosférico y sirven como corredor biológico para diversos especímenes de flora y fauna.
“Entre las especies y el páramo existe una interdependencia. El ecosistema se mantiene por los animales y plantas, y estos a la vez se proveen de alimentación y hábitat”, explica Patricio Mena, asesor técnico del proyecto Páramo Andino de la Fundación EcoCiencia.
Al destruirse estos sitios no solo se afecta los servicios ambientales que brindan, sino que se acaba con la ‘casa’ de cientos de animales y plantas particulares y muchos de estos dependen exclusivamente de estas características para sobrevivir.
¿Es simple?
Según comenta Mena, cuando un ecosistema se encuentra “a mayor altitud se cree que se van haciendo más simples”, pero en el caso de los páramos son “relativamente simples” ya que, a pesar de estar a 3.000 o 4.000 metros de altura, “aún se encuentran grandes cantidades de pájaros, mamíferos, insectos y plantas”.
Un caso destacable de los problemas ambientales que ya les han afectado es la disminución o casi desaparición de los anfibios. “Hace unos 15 años era muy común ver a los sapos de páramos o jambatos con su color negro y su pecho anaranjado. Ahora es casi imposible”, ejemplifica el experto.
Los páramos son muy ricos en biodiversidad, más que otros lugares de montaña, y poseen mayor número de especies de flora que de fauna.
“En la pirámide ecológica la base es la vegetación, pero si se afecta esta parte se altera la vida del resto de especímenes”.
Las ‘víctimas’
La vegetación es variada y se puede encontrar desde polylepis hasta arbustos como chuquiragua, valeriana y romerillo. De estas especies se alimentan los animales como conejos, aves, insectos y más.
Sin embargo, por las alteraciones sufridas algunos ya han disminuido su presencia, como es el caso del cóndor. “Cada vez existen menos de estas aves porque se ha dañado el hábitat y ya no encuentran alimentación”, señala Mena.
Otro ejemplo es la disminución de conejos. “No se sabe exactamente si fue por alguna enfermedad o por la quema del páramo”, precisa.
Serio impacto
Antes de alterar los páramos “hay que acordarse de que es un ecosistema frágil, que no se recupera pronto”, enfatiza Patricio Mena, de EcoCiencia.
Cualquier cambio que se produzca, sea por contaminación, extracción o impacto climático, causa una “huella profunda”, dice.
Además, comenta que, por ejemplo, cualquier desecho que se bote, así sea orgánico, tarda en descomponerse mucho más porque el ambiente es muy frío.
FUENTE | www.lahora.com
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